Si los mitos se escribieran hoy: El Coloso atrapado.

 

  El coloso atrapado


    Érase una época en la que todo era caos. Reinaba la anarquía en el templo sideral, un lugar especial donde habitaban en armonía Dioses, humanos y criaturas. Desafortunadamente las criaturas se habían tomado el poder, derrocando al "supremo Ser" creador del templo sideral. Esta deidad tenía puesta su confianza en Zuhal, el único hijo que había podido engendrar con una humana llamada Pan, pero que había tenido que desterrar por petición de los otros Dioses, ya que no era bien vista esa relación. Zuhal era atemperado, paciente, pero cuando era necesario, aguerrido y de un tamaño descomunal. Lo apodaban "el coloso". En uno de sus sueños, el Ser supremo se le apareció para pedirle ayuda y a cambio, salvaría a los humanos, legión a la que pertenecía su madre. Al principio se negó, pues claramente estaba enfadado, pero con el "pasar del tiempo" entendió su virtud, fue paciente y cedió. En su lucha, debió reunir a los 11 guerreros más fuertes que existían en ese momento: Titán, Rea, Japeto, Dione, Tetis, Encéladus, Mimas, Hiperión, Febe, Jano y finalmente Epimeteo.

    Fue una cruenta batalla de 146 "tiempos", ciclos temporales que se manejaban en aquel templo sideral. Las pérdidas fueron considerables, y desafortunadamente Zuhal fue atrapado en una cápsula de hidrógeno metálico, donde había tanta presión que era imposible escapar de allí. Los 11 guerreros nunca se rindieron y siguieron luchando hasta que en un momento hubo una gran explosión, la cual produjo unas gruesas capas de hidrógeno y helio, y con el estruendo los guerreros y sus ejércitos aprovecharon para someter a todas las criaturas. Zuhal había desatado toda la energía que le quedaba para provocar la explosión, pero jamás fue posible liberarlo de esa horrenda cápsula.

    Los Dioses recuperaron su poder, y en señal de agradecimiento el Ser supremo primero creo un mundo para que los humanos pudieran vivir mejor, y a las criaturas las condenó a servir a los humanos, aunque algunas escaparon y merodean salvajes entre la selva, el mar o en paisajes muy exóticos. Y en segundo lugar, aquella cápsula que había quedado atrapada entre la niebla del hidrógeno y helio, la adornó con los restos de la gran explosión: unos anillos colosales, así como había sido Zuhal. Adicionalmente, a la muerte de los 11 guerreros salvadores, el Ser Supremo les permitió compartir la eternidad y los convirtió en cuerpos celestes que orbitarían la cápsula y sus capas. Y a la muerte de Pan, se le concedió merodear entre los anillos para enarbolar ese mágico paisaje que evocaba la grandeza de aquel semidiós. 

    Así es como la imaginación explica el origen del planeta Saturno, su estructura de anillos y las lunas más importantes que tiene este planeta, y que nuestros ancestros jamás lograron ver.

 


Este y otros relatos, los encuentran en @astrocuentosbienconta2


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